El olvido de lo vivido es la lujuria de lo aprendido:
la fe de erratas del ser humano
que en su lisonja sueña conmigo.
Decía la mujerzuela, al cura que enamoraba,
mientras contaba toda su vida.
Me cago en los vicios y en los viciados;
en la moral;
en quienes rigen la sociedad;
en quienes piensan saberlo todo;
en quienes buscan sin encontrar.
No quiero cielo, ni busco estrellas,
piso esta tierra sin protestar,
de sano juicio me creo ser,
una fulana con libertad.
Y no piense curita lindo, que no se nada,
que no he leído, que nada aprendo,
que por ser puta soy una lacra de humanidad.
Venga conmigo, suba a mi cama,
veamos entonces quien sabe más.
No tenga miedo, curita lindo, ni tema al santo,
que el gallo canta y machuca, y machuca,
y vuelve a machucar.
Le juro que no hay un pelo de vicio en mi lujuria,
Ni castigo eterno en la tentación.
No sacrifique la oportunidad
de conocer el mundo de los demás.
Soy mujer joven,
insatisfecha - crucificada -
por un mundo que me condena sin conocer:
ando por calles llenas de flechas
que han endurecido mi corazón;
y no maldiga pues no me importa
ni el suyo, ni el juicio ajeno,
ni llama ardiente desde la hoguera,
pues en mi sacrilegio confió yo.
No pido sexo, ni lujuria, por profanar;
ni me doy gratis, a nadie más,
pues allá afuera sé que no puedo ya conquistar
un amor que me ame tal como soy,
y en mi perversa consolación
he decidido salvarlo a usted,
de los brazos mudos,
del silencio eterno,
de la luz oscura,
que jamás brilló.
Pues según dicen aquí en el pueblo,
usted es el hombre de las demás:
un cura bueno, sincero y tierno, lleno de paz.
Y no es que Yo quiera recomenzar la lucha;
atormentar su iglesia,
o oír del Papa una vez más,
pero fui virgen, también fui monja,
de misa en misa me la pasaba,
visitando enfermos, rezando hincada,
haciendo obras de caridad,
hasta que un día llego al convento un cura joven,
como es usted,
un vicario impúdico que robo mi voto de castidad.
Un cura zángano, que no respetó ni a Monseñor.
Le juro padre, que debajo de la sotana,
guardaba al Diablo y a Satanás.
Desde ese día Yo me di cuenta
que no quería más salvación.
Hoy solo quiero vivir el mundo,
quemar la carne,
tirarla al fuego de los demás:
Al Dios ateo que habita en todos
los que condenan mi humanidad.
2008 ©Sergio Alejandro Plasencia
Friday, October 31, 2008
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