Thursday, August 7, 2008

RECETA DE POETA Y DE PATRIA








"Un poeta es como cualquier hombre,
pero cualquier hombre no es un poeta"

Raúl González Tuñón.



Me pregunta la gente: ¿qué es ser poeta?
Me pregunto Yo mismo:
¿será que soy poeta?
Todo el mundo se pregunta, alguna vez,
¿cómo será ser poeta?
¿Cómo es el temperamento de los poetas?
¿Podría Yo ser poeta?

¿Habrá que leer mucho y saberse la gramática completa
para ser poeta?
¿Habrá que hablar o escribir difícilmente para ser poeta?
¿Los poetas serán mejores o peores
con relación a su apellido,
a su afiliación poética, política, o religiosa?

¿Serán fieles los poetas a sus parejas
y al honor de su patria?

¿Serán adinerados?

¿Será que van al cielo
y que solo mueren ya muy viejos?
Oí decir un día que Matusalén era poeta.
Esa fue la primera vez que soñé con ser poeta,

¡Lo juro!
De poeta uno no miente.

Por eso digo que la mujer
de la poesía es musa,
arco iris y espiga.

Como la luna, como el mar,
como el niño huérfano, como el peregrino,
como el oprimido, como el opresor,
como la flor, como el volcán, como el amor,
como la profesora de las primeras letras,
como el carpintero… ah,
la carpintería, de todo ha dado.

Hay y ha habido poetas enfermos,
postrados en una cama;
poetas encadenados a una viga de su casa;
poetas prisioneros, torturados, asesinados,
pero la censura esta en descenso.

Hubo en Nicaragua un poeta
que murió muy joven,
con su lapicero en el bolsillo,
murió en combate, socando,
a manos de un ejercito
cobarde y demagogo,
pero su sangre gallarda
ayudo a proliferar la poesía.

Y hay veces en la vida de un pueblo
que un niño precoz
sorprende con sus versos desde niño
y estremece al mundo,
debería de haber comenzado por ahí.

Porque en Nicaragua la poesía ha brillado
entre las rejas de un pueblo
que se excluye sin pereza, que ironía:
tanta belleza,
tanta coherencia,
tanta profecía,
tantas manos ocupadas,
tantos sueños hermosos por la patria,
y tanta miseria acumulada por doquier,
que hasta aquí,
casi a 45 mil kilómetros de distancia,
siento la congoja
del cotidiano de mi pueblo,
se me retuerce el alma,
sudo a borbollones, escribo un poco,
y me vuelvo a preguntar,
¿será que soy poeta?

Mientras pensaba en mi pueblo
con la mayor devoción
me sorprendió la vanidad.

Así, en esa preguntadera interminable
ha pasado el tiempo,
y nuevas generaciones se preguntarán también,
¿qué es ser poeta?

Y en ese círculo vicioso,
lleno de preguntas angustiosas,
el futuro de los futuros tiempos continuará:
como en el pasado, como en el presente,
siempre habrá alguien,
algún curioso o preocupado,
de lápiz y papel en mano
o de computadora en el aposento,
respondiéndose así mismo,
al lado de su rifle o de su hostia
o de su niño, o en los brazos de su amada,
algún poeta,
escribiendo alguna receta inigualable
para que al fin sane su patria,
o para celebrar sus triunfos,
los de él o su familia,
que es lo mismo:

Pues la patria se compone de pedazos,
de un salvaje a la vez en procura de sí mismo,
y de un pedazo de tierra libre,
pues la tierra no piensa tanto.

Por eso aquí, ahora, en confianza les confieso:
soy un ciudadano común,
preocupado,
como tanta gente.

Si soy o no poeta, no lo sé.
Si alguna vez seré poeta, no lo sé:
pero con certeza de vez en cuando
todavía me pregunto
las cosas que al principio enumeré
- ya no tiene importancia -
es cierto,
pero es así que se comienza.

Por el momento, simplemente,
soy un ciudadano común:
preocupado, y contento,
de que pienso poéticamente,
contento,
muy contento - a veces -
como tanta gente.

2008 ©Sergio Alejandro Plasencia

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