Para gente grande
cuando llora,
se calma entre mis brazos.
Si le hablo, sin tocarla, no me entiende;
sigue llorando y llora,
y la cargo, y le hablo, y llora,
y llora que llora, y llora mientras le hablo:
Yo poeta inútil, igual que tantos otros,
nos importan las palabras que no sirven para nada.
Regalamos nuestros libros porque pocos los compran,
y lloran nuestros hijos porque no nos callamos.
Ahora entiendo el mercado del libro
y el porque de la subsistencia del poeta…
Si en vez de escribir y hablar tantas cosas inútiles
aprendiéramos de los recién nacidos el valor de un abrazo,
de un contacto incapaz de la sombra,
y de un silencio que se nutra de un llanto,
tal vez nuestro mundo,
sería un mundo sin bombas.
2008 ©Sergio Alejandro Plasencia

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